lunes, 14 de noviembre de 2011

Capitulo 3.

Llegaron los carnavales, Ana se va a Madrid a casa de sus tíos a pasas esos días, mientras todos sus amigos están en Valladolid de fiesta a ella la toca estar en Madrid solo y aburrida,, menos mal que por lo menos tiene ordenador, una de las tardes aburridas estaba Ana conectada al Tuenti, daba una y otra vez al inicio, pero nada nuevo, nadie la hablaba por el chat, mira a ver pero nadie interesante conectado, minimiza el Tuenti y abre el Messenger, nada, nadie conectado minimiza todo y se va a comer algo, cuando vuelve mira el Tuenti , nadie la ha hablado da al inicio, ni un mísero comentario, mira los cumpleaños, hoy nadie interesante, mañana nadie interesante, mira los próximos días, “Día 7 de Marzo cumple años Raúl”, Ana se detiene no mira más cumpleaños, no se había acordado de él desde el día de la competición, entra en su perfil fisga un poco y ve que está conectado, abre el chat, no sabe si hablarle o no, él no sabe quién es ella, no sabe ni que decirle, nunca han hablado, decide hablarle, le pones un “Hola” con una carita feliz, él tarda unos segundos en contestar, empiezan a hablar, parece que se llevan bien, deciden darse el Messenger, se ponen la cámara, es guapo, más guapo de lo que ella recordaba. Estuvieron hablando toda la tarde hasta que Ana tuvo que ir de vuelta a Valladolid.
Ana estaba feliz, fue todo el camino a casa pensando en Raúl, cuando llego a casa ya era demasiado tarde, se puso el pijama, se quito las lentillas y se metió en la cama. Al día siguiente nada más levantarse fue corriendo al ordenador, se conecto al Tuenti, busco a Raúl y le puso un comentario, un simple “Feíto :)” a lo que le contesto con un “Feíta :)”, a partir de ese día se llamaron así el uno al otro.
El tiempo fue pasando y no había día que no hablaran por chat, pero aun ninguno había escuchado la voz del otro, Ana siempre lo pensaba, se preguntaba como seria su voz, si sería una voz de esas agudas que hacen tanta gracia, o si sería grave, tan grave que pareciera de un señor mayor, o simplemente tendría una vos normal.
Una noche estaba Ana en el ordenador, aburrida, no había nadie conectado y se estaba quedando dormida frente la pantalla, cuando de repente le suena el móvil, que raro a ella nunca la llama nadie, coge el móvil lo mira y se queda parada con la boca abierta al ver que ponía “Raúl feíto”, Ana no sabe si cogerlo o no, si se ha equivocado, y si no era a ella a la que quería llamar, sigue llamando, Ana descuelga, al otro lado de oye a Raúl, está de fiesta, esta algo borracho, Ana no entiende nada de lo que dice, oye a mucha gente y de vez en cuando escucha a Raúl, de repente se deja de oír gente y solo se le oye a él, tiene una voz agradable, le gusta, la hace sentir bien y a gusto, Raúl habla y habla sin parar, decía tantas cosas que probablemente Ana no se acordaría de la mitad, pero hubo una frase, tan solo una que Ana recordaría toda la vida “Te quiero Ana, que los niños y los borrachos nunca mienten”, ella se quedo sin habla, la había dicho que la quería, cuando pudo solo dijo un “yo también”, Raúl siguió hablando, siguieron hablando un rato hasta que ella se fue a dormir.
Ahora ya no solo hablaban por el chat si no que cada día se llamaban un rato, empezaron hablando cosa de media hora, después una hora y luego horas y horas, no se cansaban de hablar siempre tenían algo que decirse. No se habían vuelto a ver desde ese día en la competición, aunque en realidad solo fue Ana la que vio a Raúl.
Llego Abril, empieza el calorcito, y Raúl y Ana tienen más ganas que nunca de verse, por suerte el regional eres ese mes y por fin se podrían ver en persona.
Llega el día del regional, Ana competía por la tarde y Raúl por la mañana, pero ella fue por la mañana a ver la competición, quería verle cuanto antes, cuando llego al polideportivo empezó a buscarle, miro a la zona de calentamiento, había demasiada gente, siguió mirando, le vio allí entre la gente, que guapo, estaba tan guapo con el kimono, Ana espero a que saliera de calentar, él todavía no la había visto, cuando salió Ana fue corriendo, le toco el hombro por detrás, él se giro y la abrazo, estaban tan contentos, Raúl no se pudo quedar a ver a Ana por la tarde, pero estuvieron toda la mañana juntos.
Así fueron pasando los días y llego el verano. Tenían mas tiempo libre, hablaban por teléfono desde que se levantaban hasta que se acostaba, ya estuvieran desayunando, viendo la tele, por la calle o de fiesta, no podían de hablar.
Una tarde estaba Ana es su urbanización, allí no tiene mucha cobertura y por eso cuando esta allí casi no puede hablar con Raúl, por eso ella odia estar ahí perdida del mundo, en medio del pinar, sin ordenador, casi sin cobertura y aburrida, pero esa tarde ella estaba en su piscina tumbada en la toalla cuando la llago un mensaje de Raúl, Ana lo leyó una vez, lo leyó una segunda vez y sonrió, se empezó a reír, sus amigas la miraban extrañadas, no entendían la felicidad momentánea de Ana, y es que lo que el mensaje decía era “Ana, quieres casarte conmigo?” ella sin pensárselo dos veces le contesto “sí, claro que me quiero casar contigo, pero si no s casamos yo quiero tener hijos eh!”, decidieron que tendrían dos hijos, Raúl se lo prometió, la prometió que algún día ellos dos tendrían esos dos hijos, su primera promesa, una promesa por cumplir. A partir de ese día tenían su primera fecha veinte de Julio del dos mil nueve.